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מארי

ZARATHUSTRA

Lección de Elihu. La religión Bramánica. Vida de Abraham. Libros sagrados de los judíos. La religión Persa.

Elihu enseñó; dijo: En los tiempos antiguos las gentes del Este fueron adoradores de Dios, el Uno, a quien llamaban Brahm. Sus leyes eran justas; ellos vivían en paz; veían la luz interna; caminaban en vías de sabiduría.

Pero los sacerdotes se levantaron con propósitos carnales y cambiaron la ley de modo que se acomodaran a su mente carnal; impusieron graves cargas a los pobres y se rieron de las leyes de justicia; y así los Brahms llegaron a corromperse.

Pero en la obscuridad de la época unos pocos grandes maestros se mantuvieron inmóviles; amaban el nombre de Brahm; fueron grandes faros de la luz ante el mundo. Y conservaron inviolada la sabiduría de su santo Brahm, y podéis leer esta sabiduría en sus libros sagrados.

Y en Caldea, Brahm fue conocido. Un piadoso Brahm llamado Terah vivía en Ur; su hijo era devoto de la fe Bramánica, de modo que fue conocido con el nombre de A Brahm; y fue elegido para ser el padre de la raza hebrea. Ahora bien, Terah tomó a su mujer y a sus hijos y todos sus rebaños, de Harán al Oeste; allí murió Terah.

Y Abraham tomó los rebaños, y con su familia viajó más todavía hacia el Oeste.

Y cuando llegó a los robles de Morah, en la tierra de Canaan, levantó sus tiendas y allí moro:

Una hambruna invadió la tierra y Abraham tomó a su familia y sus rebaños y vino a Egipto, y en estas llanuras fértiles de Zoan colocó su tienda y moró. Los hombres todavía indican el lugar donde Abraham vivió al otro lado de la llanura.

¿Me preguntáis por qué Abraham vino a Egipto? Esta es la cuna de todos los iniciados; todos los secretos pertenecen a la tierra de Egipto. Esta es la razón por la cual todos los maestros vienen.

En Zoan, Abraham enseñó su ciencia de las estrellas y en aquel sagrado templo que veis aprendió la sabiduría de los sabios.

Y cuando todas sus lecciones fueron aprendidas; tomó a su familia y sus rebaños y regresó a Canaan, y en la llanura de Mamré colocó su tienda y allí murió.
Y las memorias de su vida, de sus trabajos y de sus hijos, y de todas las tribus de Israel se conservan en los libros sagrados de los judíos.

En Persia Brahm fue conocido, y temido. Los hombres le veían como el Uno, la causa que no tiene causa de todo lo que es, y fue tan sagrado para ellos. Como Tao lo había sido para los moradores del lejano Este.

La gente amaba la paz, y la justicia gobernaba. Pero, como en otras tierras, en Persia los sacerdotes se alzaron llenos de egoísmos y de deseos personales, ofendiendo a Fuerza, Inteligencia y Amor.

La religión se corrompió, y se hicieron dioses de las aves, las bestias y los seres que se arrastran.

En el transcurso del tiempo se encarnó un alma superior, a quien los hombres llamaron Zarathustra.

El vio el Espíritu que no tiene causa, alto y levantado; vio la debilidad de los dioses hechos por los hombres.


Habló y toda Persia le oyó y cuando dijo: Un Dios, una nación y un templo, los altares de los ídolos cayeron, y Persia se redimió.

Pero los hombres quieren ver a su Dios con ojos humanos y Zarathustra dijo:

El más grande de los Espíritus que está de pie cerca del trono es el Ahura Mazda, que se manifiesta en el brillo del sol. Y todas las gentes vieron a Ahura Mazda en el sol, y cayeron y le adoraron en los templos del sol.

Y Persia es la tierra de los magos donde viven los sacerdotes que vieron la estrella que se levantó para señalar el lugar donde nació el hijo de María, y fueron los primeros en saludarle como a Príncipe de Paz. Los preceptos y las leyes de Zarathustra se conservan en el Avesta que podéis leer y apropiároslos.

Pero debéis aprender que las palabras son nada hasta que se las viva, hasta que las lecciones en ellas contenidas formen parte de la cabeza y del corazón. Ahora bien: la verdad es una; pero nadie conoce la verdad hasta que él mismo es la verdad. En un libro antiguo se dice: La verdad es el poder germinador de Dios; puede transmutar la totalidad de la vida en ella misma; y cuando toda la vida llega a ser verdad, entonces el hombre es verdad.


                                                Levi. Dowling

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