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מארי

LOS CAMINOS SON SIETE A TRAVÉS DEL EDÉN INFINITO i CADA UNO DEBE SER CRUZADO POR EL CUERPO, EL CORAZÓN i LA MENTE COMO UNO ( 1/2)

Y viendo a la multitud, Jesús subió a una montaña y sus discípulos vinieron a El y todos ansiaban sus palabras. Viéndolos reunidos, él habló y les enseñó diciendo: Paz traigo a vosotros, mis hijos, la Séptuple Paz de la Madre Tierra y del Padre Celestial.


Paz traigo a vuestro cuerpo, guiado por el Ángel del Poder.
Paz traigo a vuestro corazón, guiado por el Ángel del Amor.
Paz traigo a vuestra mente, guiado por el Ángel de la Sabiduría.
 
A través de los ángeles del Poder, Amor y Sabiduría, vosotros conoceréis los Siete Caminos del Edén Infinito y vuestro cuerpo, vuestro corazón y vuestra mente serán una unidad en el Vuelo Sagrado al Mar Celestial de Paz.

Si, en verdad os digo, los caminos son siete a través del Edén Infinito y cada uno debe ser cruzado por el cuerpo, el corazón y la mente como Uno. No sea que vaciléis y caigáis en el abismo de la nada; pues como el ave no puede volar con un ala, así vuestra ave de sabiduría necesita dos alas de Poder y Amor para sobrevolar los abismos hacia el Arbol Santo de Vida. Pues el cuerpo solo, es como una casa abandonada vista de lejos, que parecía hermosa pero es ruina y desolación vista de cerca.

El cuerpo es como un coche hecho de oro y cuyo constructor lo coloca en un pedestal, renuente a dañarlo con el uso; pero, como un ídolo de oro, es feo y sin gracia, ya que únicamente en movimiento cumplirá su propósito.

Como la oscuridad profunda de una ventana cuando el viento apaga su vela, es el cuerpo solo, sin corazón y sin mente para llenarlo de luz. Y el corazón solo, es un sol sin tierra para iluminar; es una luz en el vacío, una bola de color ahogada en un mar de oscuridad. Ya que cuando un hombre ama, ese amor se transforma en su propia destrucción si no hay mano firme para hacer buenas obras y no hay mente para tejer con las llamas del deseo un tapiz de salmos.

Como un torbellino en el desierto es el corazón solo, sin cuerpo y sin mente para guiarlo cantando a través de los cipreses y pinos. Y la mente sola, es un manuscrito santo que se ha deteriorado y debe ser enterrado, la verdad y la belleza de sus palabras no han cambiado, pero los ojos no pueden leer ya las inteligibles letras y se desmorona a pedazos en las manos. Así es la mente sin el corazón para darle palabras y sin el cuerpo para hacer sus obras.

Pues ¿de qué sirve la sabiduría sin un corazón para sentir y una lengua para darle voz? Estéril como el vientre de una anciana es la mente sola, sin corazón y sin cuerpo para llenarla de vida. Pues, en verdad os digo, el cuerpo, el corazón y la mente son como un coche, un caballo y un cochero. El coche es el cuerpo, creado con fortaleza para hacer la voluntad del Padre Celestial y la Madre Terrenal.

El corazón es el corcel brioso, glorioso y valiente que lleva el coche bravíamente, ya sea por un camino suave, o ya sea que haya piedras y palos atravesados en su camino. Y el cochero es la mente, sosteniendo las riendas de la sabiduría, viendo desde arriba lo que hay en el horizonte lejano, diseñando el curso de las patas y las ruedas.

Prestad oído, oh vosotros cielos y hablaré; y escucha oh tierra, las palabras de mi boca. Mi doctrina descenderá como lluvia, mi palabra destilará como el rocío, como la suave lluvia sobre la hierba tierna y como el chaparrón sobre el pasto. Bienaventurado es el Hijo de la Luz, que es fuerte en cuerpo, pues será Uno con la Tierra.

Celebrareis diariamente un banquete, con todos los dones del Ángel de la Tierra: El trigo y el cereal dorados, las uvas púrpura de otoño, los frutos maduros de los árboles, la miel de las abejas.

Buscareis el aire fresco del bosque y los campos y en ellos encontrareis El Ángel del Aire. Quitaos vuestras sandalias y vuestras vestiduras, sentid el Ángel del Aire que envuelve todo vuestro cuerpo. Respirad luego, larga y profundamente, para que el Ángel del Aire pueda penetrar dentro de vosotros.

Entrad en el río fresco y fluido y sentid al Ángel del Agua que abraza todo vuestro cuerpo. Abandonaos totalmente en sus acogedores brazos y al ritmo que mueve el aire con la respiración, moved con vuestro cuerpo el agua también. Buscad al Ángel del Sol y penetrad en ese abrazo que purifica con llamas santas.

Todas estas cosas son de la Sagrada Ley de la Madre Tierra, Ella quien te dio a luz. El que ha encontrado Paz en el cuerpo ha construido un Templo Santo donde puede morar por siempre el Espíritu de Dios. Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo. Extracto de los Rollos del Mar Muerto

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